viernes, 19 de abril de 2013

Solo

Él esta aburrido, eso dice
con pocas ganas de nada
excepto de volver.

Necesita volver a su vida
su vida que es trabajo
su trabajo que es vida
él así lo quiere.

Duras palabras las que pronuncio
y más dura su respuesta.

Cuando vuelvo a casa soy Papá
sí, pero también eres marido
y por respuesta un silencio que quema.

En el trabajo eres alguien
en casa un habitante de prestado.

Ves pasar la vida
que no se detiene a esperarte
no quieres que te espere
él así lo quiere.

No quedará mucho para que ella se canse
los niños hace tiempo que dejaron de añorarte.

Dices, quizás sea una crisis
que ella aguantará
y tú?.

Compartís el tiempo
pero no lo disfrutáis
tú siempre tienes algún plan
y ellos no están en el.

Puedes salir cuando quieras, le dices
y ella dice no necesitar a nadie más
y tú?.

Teniéndolo todo
estas ciego y solo
has perdido el camino
y yo no puedo ayudarte.

miércoles, 3 de abril de 2013

La vergüenza

Hoy me ha ocurrido algo curioso. Entraba a la oficina y he visto en el suelo de la recepción del edificio un objeto brillante y redondo que ha llamado poderosamente mi atención. Se trataba de una moneda de 1 €. Automáticamente mi mente somnolienta se ha puesto en marcha y en décimas de segundo ha decidido no sé muy bien, pasar de largo de la moneda. Y ¿porqué?, ni idea…

Bueno igual tenía algo que ver que en la recepción había una representación más que significativa de los “gallifantes” al completo. En décimas de segundo he sopesado la idea de agacharme a por la moneda y en décimas de segundo lo he descartado, y ¿porqué? ¿solo por la presencia más que cercana del Director General, el Director de Operaciones, el Director de RRHH, el de contabilidad, una representación de  el Comité Olímpico, una excursión de japoneses que pasaban por allí (cámara en mano) y una pareja de la guardia civil?

No ha sido solo por eso, tiene que ser algo más.

No ha ayudado mucho el estruendo que he organizado al entrar por la puerta engancharme el pié con la puñetera alfombra que hay a la entrada, esas de goma que están para que te esmorres y no al contrario, se han girado todos sin excepción, bueno un japonés estaba haciendo fotos en la otra dirección a una pelirroja que pasaba por allí (el dirá que estaba fotografiando un jarrón, pero lo pondremos en duda) de forma sincronizada y para que se hagan una idea la escena muy similar a esta (minuto 01:15)
, no he bailado ni con el Director General, ni con el de RRHH ni con ninguno, aunque el japonés que hacia fotos al jarrón insistía en agarrarme y por casi lo consigue…

Ni que decir tiene que el euro se ha quedado en el suelo, y mi vergüenza se la han tragado los tornos contra los que he ido a parar trastabillada media recepción y a punto he estado de pasar por debajo de ellos ante la mirada atónita de los guardias de seguridad y el resto de los allí presentes.

Si en algún momento he dicho alto y claro eso de TIERRA TRAGAMÉ ha sido hoy.

Esta no ha sido ni la primera ni será (bien seguro) la última vez que esta Servidora hace el ridículo más absoluto.

La vergüenza es para mí como el pan nuestro de cada día. Ni vergüenza ajena, ni torera, ni leches, la propia…

Soy algo más que patosa, tropiezo con una línea pintada en el suelo, y como muestra las 5 veces que he estado escayolada de extremidades inferiores.

Pero no solo de tropiezos vive el hombre, no…

También me he “comido” literalmente un poste de señalización cuando iba caminado leyendo una revista, con el consiguiente retroceso, que hizo no solo que llevase un chichón en la frente del tamaño de Salamanca, sino también otro en el occipital de similar tamaño, vista mi cabeza de perfil era como una taza de consomé.

Y no solo de tropiezos varios y comidas de farolas, poste de señalizaciones y mobiliario urbano en general, no……

Estando embarazada de casi 7 meses y teniendo dos columnas jónicas con el mismo diámetro en la base y en el capitel por piernas, aparecimos en la sección de colchones de unos grandes almacenes buscando algún tipo de invento para poder dormir con las piernas en ángulo de 45 con respecto al tronco. Ante mi asombro y el de Sensei observamos que allí estaba, sí,  ese “invento” que haría mitigar mis dolores de espalda, aliviaría mi pesadez de jónicas, perdón piernas y podría descansar en postura más o menos relajada. Ese “invento” que haría mis delicias y las de el pobre Sensei que por fin podría descansar de darme masajes en las jónicas, estaba situado sobre un colchón con un estupendo cartel que rezaba “J PATAS 45 €”. Raudos y veloces, Sensei sí, yo no…, buscábamos como desesperados una Señorita que nos atendiera porque ese “invento” tenía que estar YA en nuestra casa. Buscamos y buscamos Señorita, Caballero, becario o personal de mantenimiento que nos atendiera, y por una vez, por una vez en nuestra vida, no se nos acercó el dependiente al grito ¡¡¡les puedo atender en algo, Señores!!!. Allí no se arrimó ni Pirri, y al Santo Creador doy gracias a diario por ello. Tras unos buenos minutos esperando, pues yo no estaba dispuesta a marcharme de allí sin mi “J PATAS” maravilloso, miramos remiramos y volvimos a mirar el “invento” y de pronto…

Chiqui, muévete… camina que me meo encima, decía Sensei a la que me empujaba con lágrimas en los ojos. A mitad de la sección de colchones, y tras una mirada de reojo, sobrepaso por mi mente y por la de Sensei con un irreal cartel luminoso J PATAS….

El “invento” en sí, era un cubo de unos 50 cm2 que provenía de una sección cortada de un colchón, en el que se veía a través de un plastiquillo transparente, los muelles, la fibra de coco, la espuma de látex y la viscoelástica.


Vergüenza, esa gran palabra, ese oscuro objeto de deseo para todo aquel que ha experimentado algo similar a lo aquí contado (no creo ni le coña que alguien tengo un JPATAS en su haber).

Esa que nos hace acordarnos del día que llevamos a trabajar una manoletina de cada color, del día que salimos a la calle con el gorro de la ducha puesto, del día que olvidaste extender el corrector de ojeras por las mismas y pasaste media mañana pintada como un piel roja, del día que saliendo del baño, se te enganchó la falta con las medias y te paseaste con el culo al aire hasta llegar a tu puesto de trabajo, ese día que estando en una reunión, llevabas desabrochados todos y cada uno de los botones de la blusa y el cabrón de tu compañero no te dijo nada hasta no haber terminado la reunión, el día que llamaste al personal de mantenimiento porque la llave de tu cajón no abría y tras insinuar que quizás alguien había manipulado la cerradura, se limito a decir que estabas girando la llave en el sentido equivocado.

Ñoras y Ñores, esa soy yo, patosa y vergonzosa a partes iguales, lógico por otra parte, no se puede ser patosa y no tener vergüenza, bueno… sí.. sí que se puede… pero eso solo está al alcance de unos pocos, yo soy más de TIERRA TRAGAMÉ.

Sin conclusiones pero por favor, que alguien cuente sus vergüenzas y así me río yo también