lunes, 6 de mayo de 2013

Hermanas

Tengo una hermana, bueno esto no es una novedad ya he hablado de ella en alguna ocasión. Desde el cariño ahora la llamo la Eco-Bio. No le hace mucha gracia, es más me ha regañado un poco por ello, pero chica!!! así son las cosas, tú eres una fundamentalista Eco-Bio y yo no voy a ser quién ponga un solo pero a eso. Aunque te diré que por comer o infusionar hongos raros como esos que has recibido recientemente con pista de boñiga, te has ganado el apodo a pulso, pero que no voy a decir esta boca es mía, o sí, bueno lo digo, eso que vas a disfrutar para aliviar la alergia y no sé cuantas más cosas son unas estupendas y nórdicas boñigas.

Cuando éramos pequeñas ella era una raspa, en todos los sentidos, pero era mi raspa.

Tenía las mismas chichas que una codorniz, es decir, ninguna.. todo huesines. Quizás tenía algo que ver con el hecho de ser la persona más pejiguera que te puedas imaginar para la hora de la comida.

Mamá quítame el borde de esto!!! (cualquier cosa tenía “bordes”)

No habrás puesto huevo al puré!!! (y se levantaba como un relámpago a mirar en el cubo de la basura para buscar las cascaras de la  presunta yema cruda en el puré)

No quiero comer hígado!!! (yo tampoco)

Cuando era pequeña y como comía no reguleras sino peor, mi Madre empezó a usar la estrategia de hacer las cosas grandes, pocas unidades, pero grandes. En mi casa las croquetas se comían tres pero de cuarto kilo cada una de ellas, torpedos las llamaba mi Madre. Las Albóndigas, pocas, pero con un kilo de carne salían sólo cinco albóndigas. Judías blancas estofadas, puaggg (ahí me sumaba yo también).  Nosotras comíamos en casa cuando íbamos al cole, y los días que había judías, ese día en casa me montaba una romería digna de mención.

Cuando éramos unas micos, las judías se las comía perico directamente, empezábamos a “monear” con la comida, mi madre gritaba, se desesperaba, lloraba, se ponía verde o hacia el pino puente como la niña del exorcista con tal de acojonarnos y que nos comiéramos las dichosas judías. Supongo que la mitad de las veces acabaría pasándolo todo por la minipimer y listo. Listo para ella, porque para nosotras no, ver las judías a mí me producía directamente arcadas imagínenselo pasadas en puré, puaggg.

Mi hermana que ha sido también (sí también, le pillaba todo a la pobre) un poco especialita para los olores, la recuerdo siendo una mico tapándose la nariz con los dedos pulgar e índice y con la otra mano procedía a introducir en su boquita la cucharada de judías o puré de las mismas.  Es ahora pensar en eso y me da repelús.

Ya siendo algo más mayorcitas y cuando mi madre abandonaba la supervisión de las arcadas frente al plato de judías, antes de sentarnos a comer, nos aprovisionábamos de una bolsa de plástico que escondíamos entre el uniforme, y tan pronto mi Madre se ausentaba del comedor, procedíamos a meter en la bolsa cucharadas y más cucharadas de judías con su caldito, claro, no podíamos abandonar el comedor con semejante alijo, por lo que debíamos esconderlo. La habitación en si era una sala multiusos, allí se comía, allí se estudiaba y allí tenía mi madre una máquina de coser, por lo que podrán imaginar dónde acababa siempre la bolsa con las jodías judías, sí, dentro de la máquina de coser. Debíamos acordarnos de retirar la bolsa una vez pasado el trago (nunca mejor dicho) y siempre se nos olvidaba, con lo que se imaginar el pestuzo que podía llegar a producirse allí pasados 4 días… y así bolsa tras bolsa…

De dónde viene ese olor???

No sé Mamá…. (miradas cómplices entre nosotras)

Poco higiénico, lo sé, pero con tal de no comer las jodías judías… lo que sea, incluso ver una bolsa caminar sola.

Al Santo Creador pongo por testigo del circo de tres pistas que montábamos el día que tocaba comer hígado.

Preparación

Plato con filete de hígado empanado (esto era para que no nos diéramos cuenta, JA y JA)
Vaso de agua (siempre lleno)
Bote de kétchup (el del barrilito, no recuerdo el nombre)
Trocitos de pan ya cortado bordeando el plato

Desarrollo de la ingesta

Pinchamos trozo de filete de hígado, bañamos literalmente el trozo en kétchup, nos lo metemos en la boca y seguidamente un trozo de pan, se mastica todo de forma compulsiva, se traga casi como los pavos y se termina con un buen trago de agua.

Se pueden imaginar el circo, ¿verdad?. Pues imaginen eso casi dos veces por semana, porque mi hermana siempre estaba falta de hierro y claro, de todos es sabido el gran aporte de hierro que tiene el hígado. Junto a la palabra “anemia” hay en la Wikipedia una foto de mi hermana.

Mamá, tu no comer con nosotras hígado???

No, ya lo he comido en la cocina mientras os preparada el vuestro

MENTIRA, muchos años después nos ha reconocido que jamás comió hígado, que le daba el mismo asco que nos daba a nosotras, pero ella es la Madre y punto en boca.

Ahora siendo Madre, lloro solo de pensar la tortura que sufrió la nuestra con nosotras dos, bueno más tortura con mi hermana que conmigo.

Hasta tal punto era la desesperanza de mi Madre por luchar contra la anemia de mi hermana que aprovechando que le encantaban las lentejas, hemos llegado a ir a pasar el día a la piscina y mi Madre se ha llevado el tupper con las lentejas para ella, ahí queda eso…

[Inciso Claro que también yo me he llevado patatas con cosillas (costillas) a la playa para NiñoNinja]

Creo que el tema judías e hígado es lo único que teníamos en común, para todo lo demás somos tan, tan diferentes. Ella tiene el pelo rizado, yo liso. Ella es morena de piel, yo transparente. Ella tiene genio y mucho, yo soy todo amor ¿Qué pasa, alguien lo duda? como la que escribe soy yo, así es como soy y punto, ni un rechistar.

De su pelo, ainsss su pelo, tenía el pelo no rizado, rizadiiiiisimo. Cuando era un mico era todo rizos y ojos, seguro que algún dibujante de anime bien se hubiese inspirado en ella para una de sus ilustraciones. Como no tenía moflete alguno, había que hacer algo con eso, porque el pelo se le comía la cara, por lo que se paso gran parte de su primera infancia como bebe con un “kiki” en tooo lo alto, a partir de ese momento paso a ser “Marikiki”, al menos así se le veía la cara.

Marikiki podía pasar de proferirte amor incondicional, y ser la primera generación de solicitantes de “rascar y acariciar”  agarrante como un monillo y pasarse horas bajo mis manos, al compas del chachacha…

Massss,  puedes tocarme la mano para dormirme…
O el pié, también puedes el pié…

Horas, horas eternas me he pasado con “rascadas” de espalda, manos, pies, carita… cualquier cosa le venía bien. Ella lo disfrutaba y yo también (todo sea dicho de paso). Me encantaba ser su hermana mayor. Ella a cambio me cepillaba el pelo y lo peinaba, la pobre con esos rizos no había forma humana de meter un peine en él. En mi casa había peines, cepillos y “tenedores” de esos que llevan los raperos pinchados en el pelo a modo de peineta.

Me dolía verla rodar por el suelo constantemente, cuando era pequeña torcía los pies al andar, los metía hacia dentro (ambos) con lo cual, permanecía más tiempo en el suelo que en la vertical. Se tropezaba con sus propios pies y llevaba a perpetuidad unas costras en las piernas del tamaño de Texas. Siempre, siempre estaba marcada… aún se le pueden ver cicatrices en las piernas de sus patosos andares. Llevó zapatos ortopédicos y la pobre daba una penita terrible, con esa carita chupá, las piernas llenas de cardenales y costras, el Kiki y los zapatos de Frankenstein lo dicho, daba mucha penita, pero era mi penita, mi raspita, mi Marikiki.

Pero… ay!!! amigos y amigas… esto no es todo tan bonito e idílico como parece, cuando fuimos creciendo y nuestro temperamento también (el suyo más y punto en boca), en nuestra casa se montaban unas batallas campales tremendas y como ya conté, en ocasiones nos refugiábamos en casa de Carmen. Ella siempre ha sido más puñetera y de diente retorcido que yo (aquí sí… bastante más) ha tenido la “mismicamalalechedesupadre”, que también es el mío, pero ese regalo genético se lo llevó ella al completo. Me chinchaba hasta la saciedad y servidora que ha sido siempre de interiorizar y aguantar, aguantaba, aguantaba y aguantaba un poco más, hasta que se me inflaban los mofletes y entonces ya la teníamos liada parda. Hemos visto volar y aterrizar zuecos de madera sobre la cabeza de alguna, yo le arreé un cepillazo con el mango de madera en la cabeza, ella por el contrario si el ataque surgía estando en el sillón por poner un ejemplo, la muy …, me pateaba con los talones en la cadera o lo que le pillase a mano, o a talón.

A todo esto hay que añadir la tendencia que tenía mi hermana de acoger en sus orificios faciales, a saber, nariz y oídos, cualquier cosa que pueda ser susceptible de entrar en cavidades corporales. Se ha metido en la nariz trozos de gomas de borrar como para poner una franquicia de “milan”, bolitas de miga de pan, bolas de papel, un guisante, una canica, una pieza del exin castillos, media tableta de chocolate y un Señor de Murcia que pasaba por allí.

Entre los hostiones que se daba, su más que fijación por las bronquitis y su tendencia a la introducción de objetos (casa siempre por la nariz), nos tenían ya más que fichados en el servicio de urgencia. Era vernos entrar por la puerta y ya estaban preparados con unas pinzas para la retirada del “presunto” objeto escondido o un chute de antitérmico para los fiebrones de más de 40 de los que también era muy amiga. 
 
Le rompí el labio superior de la boca un día que estábamos jugando juntas en el patio del colegio, pero eso no fue a propósito, palabrita. Estábamos jugando a dar volteretas en una cancha de baloncesto, nos agarrábamos con las manos de uno y otro lado, plinnn saltito y voltereta hacia delante… y otra.. plinnn y otra más, lo malo fue que pensamos que hacia atrás también sería divertido, y no… los brazos no nos giran como a los playmobil y la rotación no fue completa, por lo que se soltó de manos y aterrizó de boca contra la enorme piedra que impide que la canasta se vuelque cuando hacen maten (o lo intentan). No recuerdo cuantos puntos le dieron, pero presumo que unos cuantos por la cicatriz que atestigua en su cara.

La verdad es que hemos hecho ni más ni menos lo que hacen los hermanos, siempre.

Nos hemos peleado, nos hemos hecho mimitos, nos hemos cortado el pelo la una a la otra, hemos dormido la siesta (JA) una a los pies y otra a la cabeza, nos hemos choteado de nuestra Madre con la comida, nos hemos intercambiado la ropa, nos hemos “odiado” durante la adolescencia, nos hemos reconciliado con los años, y sobre todo, sobre todo.. NOS HEMOS QUERIDO COMO HERMANAS, algunas veces más que otras, pero SIEMPRE.

Marikiki TE QUIERO

La bola de la silla es ella, que conste...

14 comentarios:

  1. Tu hermana estará encantada con la entrada.
    Desde luego la vida entre hermanos da para contar un montón de historias.
    Es lo que me da más pena de que Tenedor sea hijo único, no poder vivir todas esas cosas...en fin...
    Besos
    PD: la foto es genial

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    1. Lo mismo me pasa a mí con NiñoNinja, no me gustaría que se quedase como hijo único, pero ... las circunstancias son las que son...

      Un besazo

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  2. Me congratula ver que a todas nos han torturado con el filete de hígado... y que todas lo hemos decorado con ketchup... Una hermana es un tesoro... Veo que eres consciente de ello. Un beso enorme a las dos

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    1. Imagino que le ha gustado el post a mi Eco-bio hermana, porque me ha dado las Gracias.

      Un besazo

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  3. Ayyy, las hermanas!! Qué sería de nuestras vidas sin ellas. Lástima que yo a la mía le saco muchos años así que no comparto esas anécdotas infantiles pero mi hermana es mi hermana y por ella MA-TO. Besotes!!!

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    1. Claro que sí... la Familia es la Familia (así dicho con unos algodones metidos en los mofletes como Marlon Brando)

      Un besazo

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  4. Mi madre nos hacía las lentejas puré...qué ascazo!! como te saliera una piel entre la tersura te daban unas arcadas del 8.
    Mis hermanas y yo jugábamos a las cosquillas, si había primos mejor, nos tumbábamos en la cama de mi abuela, como sardinillas en aceite ladeadas y nos hacíamos unos a otros cosquillas...los que quedaban en la punta eran los más sufridos, porque no siempre recibían cosquillas...jajaja, y el protocolo de cosquilleo era la repera, teníamos que contar hasta un número, después dibujar un triángulo, un cuadrado, un círculo, escribir el nombre de tu calle, tu nombre y media vuelta, ar.
    En cuanto a las leches que nos dábamos...me llamaban la gata, no digo más. Miau.

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    1. Lo de las sardinas y las cosquillas me ha dejado muerta de la risa, y cómo es eso de los círculos, triángulos y demás .... Jajaja

      Jajaja La Gata, jajajaja

      Un besazo

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  5. Qué ascazo el hígado, no pienso comprarlo nunca jamás!!!

    Oye, que coman morcilla que tiene sangre y está más rica

    Mi hermana era un crack: comía fatal no, lo siguiente. Además todo la sentaba mal, todo lo vomitaba y había que ir con un cuidado enorme.

    Eso sí, mi madre le largaba unos filetes de hígado del tamaño de Africa, le decía que era tortilla y la tía se los zampaba sin pestañear.

    Mi heroína...

    Oye, lo de las judías en la máquina de coser buenísimo ¿nunca os pilló? ¿se lo habéis contado luego?

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    1. Claro que se lo hemos contado, a ver si te crees que ella no se lo montaba parecido. Mi madre fué a un colegio interna durante años, y cuando iban al comedor y ponían huevo frito (lo odiaba) ella hacia un hueco en el mollete de pan, le quitaba la miga y metia dentro el huevo.

      De casta le viene al galgo....

      Un besazo

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  6. Que fotazo!! La entrada muy requetebonica, tu hermana te habrá pegado una achuchón al menos. Ya veo que lo de la comida y los artilugios para tirarla es recurrente en todos, yo en casa la envolvía en una servilleta y me iba al baño jajaja y en el colegio el hígado iba por la ventana pa los gatos, que eran los más gordos de todo el barrio XD
    Ahora que ya le vale a tu madre no comerselo, que tía, seguro que yo haría igual jajajaja
    Besos

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    1. Gatos gordos bien alimentados cerca de los comedores de los colegios siempre hay….

      Un besazo

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  7. Yo siempre fui buena comedora, incluso de canija.Es raro, lo sé, pero a mí el hígado me gustó mucho hasta que me enteré lo que era, entonces pasé una epoca de noooooooooo vaca noooooooooo y decidí que "yo sólo como filete" (que digo yo que pensaría mi dulce cabeza infantil que el filete venía de las flores o algo así...bendita inocencia).
    Lo de "marikiki" me ha encantado....me suena taaaaaaaaaaaaan cercano.Je.
    Bss

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  8. Como mala comedora, el día que el perro llegó a nuestra casa fue el más feliz de mi tierna vida. Ese y cuando a mi hermano le quitaron las anginas y me comía a mi si me descuidaba. Que tortura el hígado y la le guía estofada!!! Asquito sólo pensarlo!
    Saludos

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